1 de noviembre de 2011

Hacia lo salvaje



         Me había ocurrido muy pocas veces. Incluso me atrevería a decir que, afortunadamente, no me ha pasado en casi ninguna ocasión. Pero el otro día sucedió y fue una sensación de esas que te llenan por completo durante días, semanas e incluso meses. De hecho al acabar comienzas a desear que llegue el momento en que experimentes lo mismo y piensas que nunca más volverá a suceder. Pero cuando menos lo esperas, llega.

         Hace unos meses compré unas entradas para ver un concierto de un grupo al cual me quedé con las ganas de explorar en vivo hace unos años. Iban a editar un nuevo disco pocos días antes de la actuación, con lo cual había que conseguirlo y tratar de escucharlo con la mayor atención posible en unos días un poco más ajetreados de lo habitual últimamente. A la primera escucha me pareció bien y posteriormente lo fui teniendo de fondo en casa y en la oficina cuando las circunstancias lo permitían. El caso es que el día señalado no llevaba los deberes bien hechos y además habíamos estado, los cuatro que asistimos al concierto, todo el fin de semana trabajando físicamente en la casa de dos de ellos, con lo cual no íbamos en las mejores condiciones para disfrutar atentamente del espectáculo. Pero fuimos. Escuchamos a unos teloneros que nos hicieron pensar que nos habíamos equivocado en ir debido al cansancio acumulado (aunque ellos en sí no estuvieron nada mal al obsequiarnos, además, con una versión más roquera que la original de “Salitre” de Quique González). Tras la primera canción del grupo principal la cantante anunció que el concierto iba a consistir en tocar todas las canciones del nuevo disco salpicadas de éxitos anteriores. Y a partir de ahí todo fue rodado. Fui de sorpresa en sorpresa al ir descubriendo, en directo, cada canción, cada letra, cada melodía del disco que tantos días había estado oyendo de fondo. Todo perfecto: el sonido, el ambiente, el lugar, las canciones, la banda y la espléndidamente comunicativa, simpática y roquera cantante y autora, junto al guitarrista principal, de esas canciones que me atrapaban en cada nota. Amaral han entrado en mi vida a lo salvaje al cogerme de mis brazos y arrastrarrme hacia lo salvaje de su música en directo.

         Un amigo reciente emprendió hace unos días un viaje poco común. Mochila a cuestas se marchó solo a recorrer medio mundo en medio año con la intención de mezclarse con las gentes que a su paso encuentre en su periplo a través de Asia, Oceanía y Sudamérica. No es un turista al uso, representa el lado más salvaje del turismo.

         Dos buenos amigos comenzaron una aventura unos meses atrás que les llevó a uno de los sitios más distintos y apartados, en todos los sentidos, de sus respectivos lugares de origen. Dos urbanitas en mitad de un pueblo de seiscientos habitantes y tratando de levantar un negocio con más trabas que ayudas. Pero lo consiguieron. Se fueron hacia lo salvaje y lo dominaron.

         Otro gran amigo sufrió hace unos meses en sus propias carnes el lado más salvaje del trabajo. Tras varios años en una empresa dedicándole más tiempo del requerido decidieron prescindir de él sin más explicaciones. 

         Yo mismo, he tenido que embarcarme en una aventura más liviana, todo hay que decirlo, que las anteriores pero que me ha llevado a tomar ciertas decisiones difíciles y tomar las riendas de una situación que comenzaba a ser demasiado salvaje para mi gusto.


         A partir de ahora seguiré mi camino por ese lado salvaje de la vida que son los negocios; mi amigo seguro que conseguirá salir de esa pasiva situación para adentrarse otra vez en la parte laboral más salvaje de nuestra sociedad; mis amigos continuarán con trabajo, tesón e ilusión su proyecto común obviando las necias situaciones que les puedan suceder en ese mundo rural a veces tan salvaje; mi otro amigo volverá de su viaje salvaje a contarnos todo lo que ha descubierto en esos mundos tan diferentes pero que, aunque no nos lo creamos, también existen habitados por personas; y mientras tanto Eva y Juan, Amaral, seguirán tocando esa canción que nos permite soñar y vivir historias de otros, desgracias y alegrías de otros, añoranzas y esperanzas de otros.

“…Y en los árboles escucha / voces de tiempos remotos. / Ha elegido caminar / hacia lo salvaje”

         Salud y hasta pronto.

Torremolinos, 1 de noviembre de 2011

2 comentarios:

  1. Caminan "hacia lo salvaje" los que desprovistos de miedos, prejuicios y apariencias se dejan el ego guardado en un rincón del pasado y emprenden sin temor el camino del conocimiento de uno mismo, para ser cada día un poquito mas sabio. Asi que, querido amigo, gracias pero por la parte que me toca y desde mi modesta opinión yo aun no camino hacia lo salvaje.
    pd. esta fue mi sensación cuando escuche el tema por primera vez.

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  2. Si eres quien creo que eres, jeje, igual estás más cerca de tus propias palabras de lo que crees. El caso es caminar "hacia lo salvaje". Aunque quizá nunca lleguemos al final, durante el viaje se pueden conseguir muchas cosas.

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