15 de enero de 2012

Un plan que no nos falle

Nuestra vecina by Loquillo on Grooveshark

         Da vértigo comprobar cómo el tiempo avanza como una apisonadora destruyendo y aplanando cada minuto, cada momento que vives, o mejor dicho, que acabas de vivir. La rueda no para nunca. Continua su camino hasta nadie sabe cuando. Cuando crees que estas viviendo algo importante, o no tanto, te das cuenta que ya ha pasado y que tampoco lo era tanto (importante o no). Puedo asegurar que no me parece tanto tiempo, pero lo cierto es que hace casi tres meses que no me ponía a escribir algo nuevo. ¿Por alguna razón especial? No, simplemente porque, como aquel niño supuestamente mudo del chiste, no tenía nada que decir. No es que ahora esté en posesión de una revelación crucial para el futuro del mundo, pero han acudido a mi cabeza ciertos pensamientos temporales que han hecho que me vuelva a sentar frente a esta, en principio, pantalla en blanco.

         Acabo de comenzar una nueva andadura profesional. Después de más de dos años a la espera de algo que no llegó, surgió una oportunidad de hacer algo por mí mismo y lo hice. Durante todo ese periodo tuve tiempo para mí. Mi ayuda en las tareas domesticas experimentaron un ascenso considerable. Eché una mano en la construcción de un proyecto de unos muy buenos amigos. Leí mucho. Escribí mucho. Caminé mucho. Escuché mucha música. Pensé mucho. Comprendí mucho. Con la única limitación de la incertidumbre económica, me sentía bien. Llegué a pensar que otro camino era posible. Creo que conseguí ubicar a todo el mundo de mi alrededor en su justa posición, sin la turbia y distorsionada visión de las gentes que provoca el estado embriagado de bienestar donde nos movíamos antes del parón. Ahora he comenzado un nuevo camino, parecido al anterior pero con renovados valores y la cabeza clara. Aunque hay algo que no deja de atormentarme levemente ¿Cuándo dejé de escribir? Y la respuesta es aún más dura: justo cuando empecé este nuevo proyecto.



         El tiempo pasa y cuando menos te lo esperes te encontrarás en una residencia de ancianos mirando por un gran ventanal y pensando en lo que has hecho y lo que has dejado de hacer. Si has hecho bien o mal a tal o cual persona. Y sin ninguna otra salida que la que a todos nos espera. ¿Merecen la pena tantas preocupaciones? ¿De verdad todo esto es tan complejo, o somos nosotros mismos los que lo complicamos todo? Vivimos de cierta manera y con ciertas costumbres porque, en el fondo, es lo que los demás esperan que hagamos con nuestras propias vidas. Nos da miedo, o quizá pudor, reconocer cómo nos gustaría vivir porque, no sólo los demás no lo aceptarían, sino que nuestra propia mente plagada de censuras y prejuicios nos frena como un palo en una rueda de bicicleta.

         Pero yo tengo un plan. Ahora sí. El trabajo que estoy desarrollando ahora es tan solo una herramienta para conseguir llevarlo a cabo y no un medio de vida que me sostenga hasta el final. Ahora todo está claro. Tengo un plan para poder seguir ayudando a mis amigos, a mi familia y a mis desconocidos. Tengo un plan para leer mucho, escuchar mucha música, caminar mucho, conversar mucho, pensar mucho, escribir mucho, reír mucho, comprender mucho. Un plan sin rubores absurdos que sólo hacen limitar tu capacidad de soñar. Un plan para mí, mi pareja y todos los demás. Un plan con la única intención y el único fin de… vivir.


“Hay que trazar un plan que no nos falle…/… cuidando hasta el más mínimo detalle”


         Salud y hasta pronto.


Torremolinos, 15 de enero de 2012

2 comentarios:

  1. Esta vez me han emocionado tus reflexiones. Siento no contradecirte y siento no aportar más que mi admiración, admiración a lo que no son sólo palabras.

    ResponderEliminar
  2. Muy agradecido por tus palabras. Lo que yo siento es no poder responderte más personalmente debido a tu seudónimo "anónimo". Aunque tengo mis sospechas, jeje...

    ResponderEliminar

Escribe lo que creas conveniente, con libertad y respeto.