20 de junio de 2011

No nos mires, únete




         Y eso es lo que hicimos. Dejamos de ser meros espectadores, en el mejor de los casos, y nos unimos a ellos.



         No sabría muy bien decir cuando comenzó todo realmente. A estas alturas ya hay una fecha bastante señalada para tal acontecimiento pero quizás a mí, y a la mayoría de los que nos reunimos ayer en la calle, hacía ya bastante tiempo que había algo de todo esto que no me terminaba de convencer y comenzaban a asaltarme las dudas acerca del tipo raro en que me estaba convirtiendo al estar preocupado por ciertas cosas de mi  alrededor. Llevaba bastante tiempo escuchando los programas en la radio o viendo las noticias en la televisión y protestando e indignándome más y más con cada cosa que escuchaba o veía. Y lo hacía en voz baja o en voz alta, pero en casa. Llevaba bastante tiempo siendo el foco de atención cada vez que, en una conversación de amigos, saltaba un tema un pelín escabroso acerca de política o gestión social. La situación se convertía en un repetitivo juego de todos contra uno, donde yo era el “uno”. Por todo eso en más de una ocasión me he sentido el bicho raro, e incluso he llegado a pensar que, aunque lo que yo siempre defendía estaba basado en unos principios básicos de libertad, igualdad y respeto, quizá debería de ir cambiando y comenzar a traicionar mi mente, mis pensamientos, mis convicciones. ¿Quién sabe?, seguramente viviría más relajado dándole la espalda a todo.

         
         

         Pero llegó la ocasión de comprobar que no sólo no estaba equivocado, sino que había cientos de miles (si no más) de personas que pensaban bastante parecido a mí. Todas esas personas se echaron a la calle el día 15 de mayo de 2011 para comunicar a los que se dicen políticos que ya está bien de manejarnos como borregos y que habría que ir pensando en arreglar temas concretos para que nuestra democracia salga del letargo donde casi todos ellos desean que permanezca. El movimiento 15-M y todo lo que le rodea tiene propuestas concretas dispuestas a ser recogidas y llevadas a buen puerto por los dirigentes políticos. Son ellos, los políticos, los que siguen haciendo caso omiso al sentir de una inmensa parte de la población que únicamente les están diciendo: “mirad, por si no se os había ocurrido, estas son las cosas básicas que hay que cambiar para que todos vivamos mucho mejor. Para que todos disfrutemos de una libertad, de una igualdad y de un respeto verdaderos”.
     

         Y ayer nos fuimos a la calle a unirnos a la manifestación que se convocó en Málaga. Allí pude comprobar en primera persona muchas cosas que intuía, pero que al no haberlas visto continuaban sembrando de ciertas dudas mi cabeza. Allí pude ver que un domingo de verano a las siete de la tarde muchos miles de personas se dirigieron al punto de partida de la movilización sin que el reclamo fuera ninguna celebración deportiva. Allí pude ver que cualquier soporte era perfecto para colocar un mensaje que resumiera el estado de ánimo actual. Ayer pude ver que los únicos perros que había iban atados y siguiendo a su amo y que las únicas flautas eran las que sarcásticamente portaban algunos. Ayer pude ver que mi novia y yo, que ya arrastramos veinte años en cada pierna, no éramos, ni de muy lejos, los más mayores de la concentración. Ayer pude ver alegría, pese al motivo de la congregación, en el ambiente, y eso es mejor trabajar. Ayer pude ver compañerismo, respeto, educación, organización, integración y libertad.



         Y hoy, la clase política, que parece que ni tiene clase ni hace política, sigue a sus cosas. Ignorando, ya no el malestar de los ciudadanos que les han puesto ahí y que les pagan, sino las concretas propuestas de cambio que les han ofrecido. Y nada. Pero algún día ocurrirá. Porque desde ayer, al menos, hay oficialmente un indignado más.

         Y eso es lo que hicimos. Dejamos de ser meros espectadores, en el mejor de los casos, y nos unimos a ellos…

“Pide un deseo. / Quiero que el odio me salga de dentro. / Quiero cambiar este mundo tan feo. / Y respirar / y poder decir que estoy aquí, que estoy en contra de todo. / Quiero que caiga una droga del cielo / que haga del mundo un lugar más ameno. / Y respirar, / que entre bien dentro, / sólo por respirar”

         Salud y hasta pronto.

Torremolinos, 20 de junio de 2011

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