Días, meses, años. Ya casi vamos olvidando el tiempo que hace que nos han dicho que la cosa estaba muy mal, aunque nosotros ya lo íbamos sabiendo. Hasta que ellos no nos dicen que hay crisis no la hay, aunque mucha gente la empezaba a sufrir. España ya no va bien aunque los de ahora sean los mismos que en otros tiempos lo decían, pero claro, la culpa es de la herencia dejada por los predecesores y ellos no sabían nada porque aunque estuvieran en la oposición cobrando por ello al parecer no tenían ni idea de lo que ya estaba cocido. Así de competentes son. O, realmente, así de sinvergüenzas son, mintiendo a todo el mundo, incluso a los suyos, y todos dejándonos engañar. Pero España es campeona de Europa y del mundo. En fútbol, claro. Pan y circo. Y oscuridad.
Este ha sido un verano en el que se han hecho realidad algunos de los malos pensamientos que también algunos teníamos pero que por cierto, digamos, instinto de conservación, conservábamos la esperanza de que no se llevaran a cabo. La radio y televisión pública ha vivido unos años de máximo esplendor en cuanto a contenido de calidad; gestión de un ente pensado para todo el mundo y no preso de magnates económicos; y autentica libertad de expresión. Pero la oscuridad se cierne sobre nosotros. Al menos sobre los que nos preocupa el hecho de que nos controlen unos pocos pensando que somos algo así como gilipollas crónicos.
Primero fue Ana Pastor (no confundir ni de lejos con la ministra homónima, por favor), periodista a la que invitaron a dejar de presentar y dirigir su programa de seria actualidad matutino, en la televisión pública, la de todos, por el simple hecho de decir las cosas como realmente son y de preguntar a los dirigentes políticos y económicos, nacionales e internacionales, cuestiones embarazosas que a cualquiera que estuviera en ese momento viendo el programa le hubiera gustado hacer. Lo bueno de esta periodista es que lo hacía con todos sus invitados, ya fueran de un lado o del otro. Esto es oscuridad.
Más tarde cayó Juan Ramón Lucas, también periodista y excelente e imparcial presentador y director del programa estrella de la radio pública, de todos, en la franja matinal. A Toni Garrido le ocurrió lo mismo que a su compañero de las mañanas, en su programa de las tardes de la radio pública, la de todos. Esto es oscuridad.
El último en caer ha sido Javier Gallego, el Sr. Crudo para sus oyentes. Oyentes que han hecho que durante los tres años de vida de su programa Carne Cruda de la radio pública, la de todos, reuniera el mayor número de seguidores en la red social caralibro (¡puto Facebook ya!) de todos los programas de la emisora. El Sr. Crudo compartía sus inquietudes musicales y sociales con todos sus oyentes haciéndoles participes del programa e incitándolos a pensar, a revolver sus tripas, a hacer picadillo la realidad sirviéndola en trocitos sangrientos diariamente y a diseccionar micrófono en ristre a todo invitado, de un lado o del otro, que pasara por el mostrador de la carnicería sonora de radio 3. Y por todo ello, y tras dos engaños de la dirección de la cadena, el carnicero se queda sin carnicería. Por hacer bien su trabajo de periodista. Es tan simple como eso. Es tan oscuro. Tan crudérrimamente oscuro.
Esta es la oscuridad a la que creía que nunca iba a enfrentarme cuando de pequeño (y no tan pequeño) me tapaba hasta la cabeza en mi cama al apagar la luz. Esta oscuridad es peor porque no es fácil encontrar el interruptor de la luz cuando hay personas que se encargan de desconectarlos continuamente. Esta oscuridad sí me da miedo.
"Miedo a la oscuridad / Tengo un miedo constante de que algo siempre está cerca. / Miedo a la oscuridad / Tengo fobia de que alguien siempre está ahí"
(Iron Maiden)
Si quieres saber más sobre lo que esta pasando pincha en el siguiente enlace http://www.unidadcivicaporlarepublica.es/index.php/component/content/article/149-libertad-de-expresion/5231-radio-m-cierra-el-programa-qcarne-crudaqe
Salud y rock and roll.
Aldeire, 1 de septiembre de 2012
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