21 de marzo de 2011

Negra duda





         El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Eso recuerdo que contaba el principio de un programa sobre automovilismo donde un coche se estrellaba en medio de una carretera contra una piedra que parecía que el mismísimo coyote había dejado caer sobre el correcaminos. Y lo hacía dos veces. Yo aún iría más lejos. El hombre tropieza una, dos, tres y todas las veces que haga falta hasta que logre conseguir su oculto, hasta para él, objetivo: acabar con todo. Desde que el hombre está sobre la Tierra, sólo ha sabido resolver sus problemas a través de la violencia (o con ella de trasfondo). La paz siempre ha sido como la programación de cualquier canal de televisión en la que los anuncios publicitarios se suceden entre algún que otro programa más o menos interesante, una simple escusa entre una guerra y otra. Hoy he escuchado la declaración más profunda e interesante que, bajo mi punto de vista, un político jamás haya hecho. Quizá por ello quedará en el olvido y nadie hablará de ella. “Me parece increíble e indecente que no sepamos solucionar conflicto alguno sin echar mano de una guerra”, ha dicho, poco más o menos, un importante representante político a los micrófonos de los periodistas que lo acorralaron. Qué triste razón tiene.



         Me asaltan las dudas. Tengo sentimientos encontrados. Mi corazón me dice algo y mi cerebro lo contrario. Por eso no ceso de hacerme preguntas. Trato de llegar a alguna conclusión que me permita creer en el ser humano como especie. La diferencia entre la recién empezada guerra contra Libia y la que se libró (y libra) contra Irak ¿es un simple papel firmado por las Naciones Unidas? El dictador libio ¿no es el mismo que hace muchos años era un villano de película de James Bond y que años después fue recibido por diversos países europeos como jefe de estado? ¿De nuevo es el demonio personificado? ¿De dónde ha conseguido el armamento que, según los medios de comunicación, está usando para acabar con su propio pueblo?

         Dudo. Dudo que todo sea blanco o negro. Dudo que la gente sea buena o mala. Dudo cuando escucho a alguien hablar en nombre de todo un pueblo cuando en realidad sólo representa una parte de él. Quizá esta es una guerra perdida. Mi guerra. Una guerra contra la guerra en la que está claro que el ganador será el más vil, el más cruel, el más astuto, el más hipócrita, el más armado. Me temo que la única duda que se me aclara en estos momentos es que la única esperanza del pueblo civil que anda intentando vivir lo mejor posible cuando sus mandatarios deciden jugar a las guerritas, es tener una cámara de televisión cerca. Un avión no bombardeará nunca a un núcleo de población civil… porque sería una muy mala imagen. No nos engañemos.

“…prometo ver la alegría / escarmentar de la experiencia / pero nunca / nunca más usar la violencia”

         Salud y hasta pronto.

La Carihuela, 21 de marzo de 2011

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