
A partir de ese día colaboro mensualmente con una cantidad paupérrima a que los refugiados de este loco e hipócrita mundo se les hagan los días un poco menos trágicos y largos. Refugiados de países con conflictos bélicos los cuales de un día para otro se encuentran sin una casa, un barrio, una ciudad, un país al que volver. Son personas, sí personas, a los que se les expulsa directa o indirectamente de sus hogares tan solo porque unos pocos están peleados con otros pocos por dinero y poder. Básicamente eso es lo que pasa. Y pasa, claro está, en ese otro mundo que existe simplemente girando la cabeza hacia el lado contrario de donde siempre la volvemos. Ahí mismito. Mi aportación es insignificante, pero, como ya dijo Lola Flores en su momento: “si cada español me diera una peseta podría saldar mis deudas”. No estamos hablando de una peseta, sino de la suma de muchas “una peseta”. Y esto sí que es necesario. Si los gobiernos fueran cabales, sensatos y altruistas no existiría este problema. Pero no lo son y por lo tanto existe.
Ese día en la calle Larios, en una primaveral mañana de invierno, cuando yo tan solo miraba hacia lo bonita que estaba mi ciudad y lo bien que íbamos a comer al mediodía, una cooperante de ACNUR me cogió la cabeza, me la giró hacia atrás y vi el abismo. Desde entonces intento que mis ojos miren en todas las direcciones.
Siempre estás a tiempo. Pincha en la imagen de arriba y pon tu granito de arena en esta tu caravana.
Siempre estás a tiempo. Pincha en la imagen de arriba y pon tu granito de arena en esta tu caravana.
“…Ahora los niños del mundo pueden ver / que este es un lugar mejor para estar / El lugar es donde hemos nacido / tan descuidado y dividido…”
Salud y hasta pronto
Torremolinos, 21 de enero de 2011